A medida que las civilizaciones avanzaron, la relación sociedad-naturaleza sufrió modificaciones que pasaron de una visión sagrada propia del mundo antiguo [en la que, según Lobo (2004), lo eterno/lo espiritual se concibe en la naturaleza y se representa en dioses y semidioses que son reflejo de la naturaleza misma], para dar inicio a una visión antropocéntrica en el mundo greco-romano (en tanto lo espiritual se percibe fuera de la naturaleza y puede ser confinado dentro de templos sagrados), la cual se consolida en la Edad Media y la época industrial (ya que, de un lado, admite lo espiritual al interior del ser humano y, al mismo tiempo, lo faculta a usar y abusar de la naturaleza) y se transforma por último en una visión ambientalista de la relación ser humano-naturaleza (en la medida en que se advierte lo finito de los recursos naturales, la crisis planetaria y la necesidad de alimentar en el tiempo el papel simbólico/estético/funcional de las configuraciones espaciales producidas por el ser humano como un conjunto de signos cuyo significado es el espacio mismo).
Los procesos civilizatorios demandaron más del entorno, con las consecuentes modificaciones y las transformaciones de los sistemas naturales y sociales. Esto se evidencia en las sociedades esclavistas y feudales que se desarrollaron alrededor de la tierra, el poder del dominio y la propiedad sobre ella. Durante el período de las grandes civilizaciones e imperios estudiados desde el enfoque eurocéntrico, los recursos se aprovecharon sin límite y se acentuaron los intercambios comerciales. La esclavitud sobre los pueblos conquistados y la imposición de la cultura, fueron una constante para los períodos de conquista del mundo antiguo, propiciados por los pueblos babilónico, persa, griego y romano.
La Edad Media comparte con las culturas precristianas la consideración del ser humano como parte inseparable de su entorno natural; de otro modo, no existe la distinción entre sujeto-hombre y objeto-naturaleza. En el feudalismo, la naturaleza es objeto de su acción tecnológica sin dejar de verla y de sentirla, como el sujeto de su economía, de su derecho y de su religión. En este sentido, el hombre medieval logra restablecer un equilibrio con la naturaleza que la religión y la magia avalan. Se da una alternancia en la acción del hombre y del animal, del hombre y de la naturaleza en general, lo cual está en la base de las relaciones feudales con el medio natural, pero es asimétrica dado que las grandes calamidades y epidemias, como las catástrofes naturales, muestran la dependencia del hombre para con la naturaleza.
En el siglo XVII se produce un giro significativo en el sentido de apropiación de la naturaleza por parte de la especia humana: la tierra y el universo en movimiento privan "(…) al hombre de su referencia estable y geocéntrica, que durante siglos había servido de anclaje sólido a la visión dominante del mundo". No obstante, contrario a lo supuesto (…) y retomando la teoría antropocentrista, no se podría hablar de antropocentrismo sino de mercado-centrismo, capital-centrismo (Hinkelammert, 2000), toda vez que, las dos instituciones anteriores, desplazan al hombre y se convierten en el centro de todo (…). (Flórez & Mosquera, 2013, pp. 86-87)
recuperado https://www.redalyc.org/jatsRepo/3217/321750362021/html/index.html
NATURALEZA Y SOCIEDAD: RELACIONES Y TENDENCIAS DESDE UN ENFOQUE EUROCÉNTRICO
Revista Luna Azul, núm. 44, 2017
Universidad de Caldas
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